domingo, 2 de marzo de 2014



Días atrás un conocido e ilustre escritor durante un acto público mostró de una manera ingenua y un tanto impúdica un desconocimiento científico absoluto en los momentos previos a su locución. Justo en el instante que comenzaba el discurso oficial  la única neurona tras años de alcohol, drogas y la falta de sexo ha logrado mantenerse viva en mi cerebro se enredó siguiendo el vuelo de una mariposa que brotó de la boca de una dama, quien parecía mirarme, para comprobar como el errante insecto fue a posarse sobre la frente de un caballero de atractiva presencia; tras lo cual se entrelazaron las sonrisas de ambos.

Cuando logré centrar mi atención había pasado un rato y el literato abría fuego con encarnizamiento contra las política de recortes y miseria intelectual que el gobierno está llevando a cabo, cosa con la que es difícil no estar de acuerdo. Las palabras del ilustre mediático pasaban silbando cerca de mi cabeza como ráfagas de ametralladora, durante un instante y por motivo desconocido atravesó mi imaginación la imagen de Agustina de Aragón, también del séptimo de caballería. A medida que el ganaba altura y pundonor, mi pecho se hinchaba con la idea de tomar cualquiera de las cámaras, la alta, la baja, o una nikon me daba igual. Este hombre tenía toda la razón del mundo, como se puede gobernar contra el saber, contra la cultura, contra el cine... El tiroteo de argumentos aumentaba mi euforia. Que situación más vergonzosa pensé, cómo podemos aguantar esto.

Hasta que de forma abrupta me caí del fervor, haciéndome un daño tremendo en los dientes, cuando este hombre tan vehemente dijo, que él no sabía nada de economía. Al escuchar tal cosa abrí unos ojos como bofetones y abandoné la reunión... Si este hombre tiene un desconocimiento total de astronomía y no sabe nada de economía como está aquí pretendiendo explicar el momento actual, la complejidad en la que estamos insertos y la solución a todo esto. Si lo que está pasando ya lo veo...

Con frecuencia se asoman a la vida pública personajes, que lo único que hacen es calentar el ambiente en favor de determinados grupos de poder, desde la notoriedad del personaje, hacen gala de un discurso especulativo, vacío y mediatizado que atenta de plano contra la lucidez y la tan añorada transparencia.








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